El paso de kínder a primero básico representa un cambio significativo en la vida de los niños y niñas. Según Daneck, C. (2020), esta transición puede ser vista como un cambio brusco debido a la diferencia entre un sistema preescolar flexible y dinámico y la estructura más formal y rígida de la educación básica. Este proceso es fundamental porque en la primera infancia se moldean las reacciones emocionales que influirán en la vida adulta. Enseñar a los niños a manejar cambios y responsabilidades durante esta etapa es crucial para su desarrollo futuro.
¿Por qué es importante una transición positiva?
Una transición positiva se asocia con el bienestar socioemocional del estudiante, lo que resulta en niños felices en su nuevo entorno escolar. Este bienestar contribuye a mejores resultados académicos, sociales y a una mayor participación en las actividades del aula.
¿Qué sucede con la transición negativa?
Cuando los niño/as no tienen una transición positiva pueden manifestarse ciertas actitudes o conductas como perdida de interés en los deberes, deseo de jugar en mayor grado, desequilibrios emocionales (retraimiento, irritabilidad, miedos, llanto frecuente, ansiedad, negativismo etc.) y en algunos casos presentar alteraciones de sueño, trastornos digestivos, de alimentación y fiebre. También pueden mostrar ansiedad ante la separación sugiriendo un sentimiento de abandono y angustia.
Entonces ¿Qué hacemos frente a un sistema educativo que no se adecúa a los procesos de un niño/a?
Para mitigar los efectos negativos y fomentar una experiencia positiva, se pueden seguir estas estrategias:
- Concientizar sobre la educación básica: Es esencial que los niños comprendan la importancia de la educación, las nuevas responsabilidades y las reglas asociadas.
De igual manera, los adultos también deben empatizar con los retos actuales de los niños, ya que probablemente muchos de nosotros no vivimos la jornada completa ni tampoco las nuevas adaptaciones curriculares donde quizá los contenidos que antes aprendimos en niveles superiores, en la actualidad se enseñan de forma temprana. - Involucrar a los niños/as en el proceso: Permitirles participar en la elección del establecimiento, la compra de útiles y uniformes puede generar una actitud positiva hacia este cambio.
- Realizar visitas guiadas: Conocer el entorno escolar, como la sala de clases, el patio y a su maestra, ayuda a los niños a anticiparse y sentirse seguros en su nuevo espacio.
- Establecer horarios: Implementar rutinas en casa que se asemejen a los horarios escolares facilita la adaptación al ritmo académico.
- Fomentar la responsabilidad: Asignar a los niños/as pequeñas responsabilidades, como llevar su mochila o cuidar de sus pertenencias, les ayuda a desarrollar independencia.
- Anticipar los cambios: Explicarles a los niños/as cómo será el nuevo entorno, desde el número de compañeros hasta los horarios de clases, disminuye el estrés y la ansiedad.
La importancia de acompañar este proceso
El acompañamiento y la preparación en esta etapa permiten que los niños enfrenten la transición de manera más positiva y segura, asegurando una base sólida para su desarrollo emocional, académico y social.
Daneck, C. (2020, 5 de marzo). Expertos coinciden en la necesidad de mejorar el paso del kínder a primer básico. UCM. https://portal.ucm.cl/noticias/expertos-coinciden-la-necesidad-mejorar-paso-del-kinder-primer-basico

- Sofia Castillo Quilodran.
- Educadora Diferencial mención Trastornos del lenguaje.
- Escuela de Lenguaje Pequeños Tesoros.